Un callo es un área de piel gruesa y endurecida. Los callos se forman en puntos donde se produce un rozamiento repetido y prolongado; por ejemplo, si te pasas horas pasando el rastillo en el jardín.
La piel se endurece debido a la presión prolongada y se acaba haciendo más recia, al formarse una capa superficial dura, rugosa y de color amarillento o tendiendo a gris que puede o no sobresalir.
Sin embargo, los callos que se forman en los pies pueden ser dolorosos porque tienes que apoyarte en ellos constantemente al andar.
Se suelen formar en la parte anterior de la planta del pie (la parte redondeada que tenemos justo debajo del dedo gordo). También pueden salir callos en la parte exterior de los dedos gordo y meñique de los pies, así como en el talón.
Los zapatos demasiado ajustados y los tacones favorecen la formación de callos porque someten a mucha presión a partes del pie que no están habituadas a soportarla.
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